
Villalba del Alcor, bonito rincón del Condado, es un pueblo que destaca por su gastronomía. Comprende una gran variedad de platos, que revelan el gusto por la tradición, que se ha sabido conservar y potenciar en la actualidad, tanto en los fogones particulares como en los profesionales, como demuestra la calidad y el buen comer del que se puede disfrutar en sus restaurantes y bares. La agricultura constituye la base de la economía de Villalba, y naturalmente es la fuente de las excelente materias primas utilizadas en su rica cocina. Sus viñedos producen buenos caldos y aguardientes; y de sus olivares, Villalba obtiene excelentes aceitunas de mesa y buenos aceites. Son muchos los suculentos platos que se pueden degustar en Villalba, como la caldereta de cabeza de lomo de cerdo, guiso de carne y verduras acompañado de patatas que resulta muy común en toda la zona del Condado; la carne de venado en adobo; el conejo al romero, especiado con ajo, laurel, pimienta, tomillo y una pequeña rama de romero; o el sustancioso cocido de calabaza y judías verdes
Igualmente tradicional es el tostón, pan con aceite acompañado de sardinas asadas y que se degusta en fiestas o celebraciones, como la festividad de Santa Águeda en el mes de febrero. Son de gran tradición platos como la espoleá o gachas, hechas con leche, azúcar, pan, miel y a las que se puede añadir nueces o picatostes. También propias del recetario de Villalba, son las habas con poleo, las manitas de cerdo y todos los productos de la matanza, y como no, los caracoles en “colorao”, tapa que se estila mucho en los establecimientos hosteleros del municipio.
Los dulces son una estupenda manera de coronar nuestra visita culinaria a Villalba, en donde podemos disfrutar de una amplia variedad de recetas tradicionales, como las empanadillas, los rosquetes (roscos sin azúcar), las torrijas de vino y miel, los rosquitos fritos (roscos con azúcar), los pestiños de miel y también las perrunillas, a base de manteca, harina, huevos y azúcar. Finalmente, es de destacar la labor de las hermandades de las cruces de Villalba, que elaboran de forma casera muchos de estos dulces y los ponen a la venta, de forma que conservan recetas tradicionales que de otro modo se perderían.